Sergio Mesa y José Manuel García
(Militantes del PCA-PCE)
LAS MARCHAS DE LA DIGNIDAD, EL ESPACIO
UNITARIO PARA LAS LUCHAS, LA MOVILIZACIÓN Y LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNATIVA
La realidad del capitalismo y su régimen
político en España tras la crisis
El
Manifiesto de las Marchas por la Dignidad sigue estando plenamente vigente en
tanto que los problemas sociales que denuncia siguen sin resolverse. Más bien
al contrario, tienden a agudizarse ya que la hoja de ruta de la Unión Europea
exige más mantener y ampliar los recortes salariales y los recorres de los
servicios públicos… Esto se traducirá en más explotación y precariedad, en más
miseria y depauperación.
Las
crisis que padece nuestro pueblo tienen causas estructurales en el capitalismo
imperante en España y Europa y deben ser analizadas, puesto que este sistema
económico y político supone el fracaso para la clase trabajadora y los sectores
populares y el enriquecimiento desaforado para la oligarquía.
Las
sucesivas crisis del sistema económico y social capitalista y de forma casi
definitiva la crisis de 2008, han ido liquidando el proyecto clásico de la
socialdemocracia europea pactado tras la II Guerra Mundial con la burguesía y
sintetizado en el llamado Estado de Bienestar y de libertades democráticas, En
cada una de estas crisis, el capital ha salido fortalecido y la clase
trabajadora debilitada económicamente, pero también política e ideológicamente.
La
salida de la reciente crisis capitalista en España ha supuesto el
empobrecimiento y la degradación de las condiciones de vida y trabajo de la
clase trabajadora y otros sectores populares, de la mayoría de la sociedad,
fundamentalmente por tres vías: la devaluación del trabajo (más explotación,
peores condiciones, menos salarios), la carestía de la vida (vivienda, luz,
alimento,...) y los recortes de los servicios públicos.
Estas
condiciones empiezan a ser la norma. Si en los años 8-12 asistimos a un shock,
ahora nos encontramos ante un proceso lento y paulatino de degradación contando
con la resignación y asunción del estado de cosas de la mayoría de las clases
populares incluso de las capas más concienciadas que participaron de las luchas
y “creyeron en el cambio”.
Esta
realidad ha tomado forma gracia a las medidas tomadas por los gobiernos de PP y
PSOE como gestores políticos del capital con el objetivo general de relanzar la
acumulación capitalista tras el agotamiento del modelo inmobiliario y
financiero, al que se suma y vincula el objetivo principal y concreto impuesto
por el FMI, el Banco Mundial y la UE del pago de la enorme deuda pública
contraída durante la crisis bajo la presión mafiosa del capital financiero, a
intereses de auténtica usura y que incluye los 60 mil millones del rescate
bancario.
A
pesar de las luchas y las resistencias desplegadas por el movimiento popular,
el bloque de poder capitalista ha realizado las reformas estructurales que
pretendía, dando lugar a una nueva fase de acumulación, que nace de las ruinas del
modelo del capitalismo inmobiliario y financiero del ciclo precedente, con un
peso cada vez más determinante de grandes monopolios y de forma creciente,
monopolios extranjeros, con nuevos procesos de especulación en curso, con la
aparición de nuevos sectores laborales y consecuentemente de un nuevo
proletariado urbano, distinto al
anterior a la crisis.
Además
hemos asistido a un retroceso de los derechos y libertades políticas y civiles
que son ya el terreno de juego de la lucha. Del estado de derecho hemos pasado
al estado penal, listo para reprimir con más recursos la rebeldía contra la
creciente injusticia, explotación y desigualdad y que son una muestra de que el
enemigo se prepara para nuevas crisis (no obstante ya se espera que la economía
decrezca para este año y el siguiente).
¿Por
qué? Porque las condiciones que han permitido salir de la crisis son muy
débiles, tales como el aumento del turismo, los precios baratos del dinero y
del petróleo, por la existencia de una coyuntura internacional explosiva por
las crecientes tensiones interiimperialistas de las que España forma parte como
miembro de la UE y la OTAN y porque una nueva crisis se afrontaría en unas
condiciones muchísimo peores que la anterior.
El
régimen del 78 en transición
Igualmente
asistimos a un nuevo escenario político, superador del que venimos conociendo
como el Régimen del 78, expresado en una correlación de fuerzas institucional
diferente pero del todo favorable al bloque de poder de la oligarquía, en el
que se está dando un Segunda Transición que puede tener su cierre con una
reforma constitucional pactada entre las diversas oligarquías del Estado
español y bajo mando UE/OTAN que refuerce el blindaje del régimen político:
sistema territorial, sistema electoral, derechos y libertades políticas.
A expensas de ver cuánto dura y cómo se cierra la actual fase del
conflicto catalán ya ha provocado el fortalecimiento de C´s y de otras opciones
neofascistas y la emergencia del chovinismo españolista, de masas, reaccionario
y como ideología de odio (a Cataluña, a la anti-España, etc...) que sin duda
intervendrán para hacer aún más reaccionaria esta Segunda Transición.
Ante esta coyuntura es más apremiante aún la necesidad de
organizar la coordinación de las fuerzas sociales, sindicales y políticas
alternativas en un gran espacio unitario, en un bloque político y social, que
desde la movilización transforme la reforma constitucional por arriba en un
Proceso Constituyente popular que fuerce la ruptura democrática hacia un nuevo
país en el que se realicen las transformaciones necesarias para construir un
sistema económico y social al servicio de la clase trabajadora y el pueblo y
una democracia real, participativa, laica, federal y republicana.
La construcción de la alternativa
Desde
la movilización social, amplia y unitaria, en tono a los intereses de la clase
trabajadora y los sectores populares se debe confrontar con las estructuras de
dominación social. Y hay que señalar que existen dos marcos económicos,
políticos e institucionales que impiden cualquier proceso de transformación
social, de cambio real en España. El establecido por el capitalismo en Europa:
la Unión Europea y el euro, con sus políticas neoliberales contra la mayoría
social y el actual el Régimen del 78 en transición que mantiene el poder en
manos de la oligarquía y pretende establecer
involucionar una democracia ya
limitada y controlada.
La UE no es
reformable. Seguir creyendo que se pueden reformar las políticas de la Unión
Europea ganando espacios en sus estructuras representativas es una quimera como
se demostró en el caso griego. El euro es un mecanismo monetario al servicio de
la oligarquía financiera europea para garantizar el éxito de las políticas de
acumulación de capital y asfixiar a los pueblos que traten de oponerse a esas
políticas. Desde el desarrollo del concepto de soberanía popular los pueblos de
Europa deben construir su propio espacio de integración política, económica y
social. La construcción del espacio de integración de los pueblos de Europa se
debe dar al margen de los dictados de los intereses imperialistas.
En España nos encontramos en un momento en el que los grupos
políticos, sociales y mediáticos al servicio del capital financiero están
llevando a cabo un proceso de restauración y superación del Régimen del 78 para
consolidar un nuevo modelo de relaciones sociales, institucionales y laborales,
es decir, una nueva forma de vivir para que, como decíamos, toda la riqueza del
país siga al servicio del mantenimiento y aumento de la tasa de ganancia del
capital, comenzando por garantizar constitucionalmente el pago de la deuda
(reforma del artículo 135 CE), como condición imprescindible para sostener el
actual momento del sistema económico capitalista.
Este proceso de restauración borbónica pretende mediante reformas y
supuestas medidas de regeneración mantener las bases sobre las que se sustenta
el régimen actual: la UE y el euro, la OTAN, un modelo económico al servicio de
una minoría, el mantenimiento del poder del sector financiero, una democracia
limitada y la monarquía.
Para poder construir un nuevo país tenemos que romper con estos dos
corsés: la UE y el euro y la oligarquía española, sus partidos y su monarquía,
recuperar la soberanía y realizar la ruptura democrática con los marcos que
impiden cualquier proceso de transformación social al servicio de los
trabajadores y trabajadoras y el pueblo. Frente a restauración autoritaria
borbónica, ruptura democrática republicana. Frente a la reforma reaccionaria
del Régimen del 78, revolución democrática. Frente al capitalismo, revolución
social.
En
este momento es prioritario y urgente construir una alternativa programática,
social y política lo más amplia y unitaria posible. Una alternativa que
confronte y derrote social y políticamente la recomposición del sistema. Una
alternativa democrática, social, feminista, ecologista, pacifista, federal, con
amplia base popular. Para ello, es fundamental
situar como objetivo la movilización social y política como instrumento para
conquistar un futuro de justicia social y libertad en el marco de un nuevo
proyecto de país. En este sentido las Marchas de la Dignidad juegan un papel
fundamental porque pueden y deben servir de aglutinador del bloque social y
político que sustente la construcción de la unidad popular.
Desde
la experiencia unitaria y transversal que representan las Marchas de la
Dignidad deberíamos partir de dos conclusiones: tenemos que dar prioridad
absoluta a la lucha social, conseguir
que las políticas antisociales y autoritarias tengan una respuesta en la calle,
que el sistema no consiga imponer una paz social. La segunda conclusión es que
desde la movilización y sobre acuerdos programáticos tenemos
que construir bases de unidad popular. Atendiendo a la
emergencia social a la que se enfrenta nuestro pueblo y situando la
perentoriedad de atender esas reivindicaciones, no debemos desaprovechar la
lucha para realizar la pedagogía necesaria para hacer entender que no se dará
una salida social a la crisis si no se construye una alternativa social al
sistema político-económico imperante.
Se trata de construir un nuevo modelo económico, político y social en
el que se garanticen a todas las personas los derechos básicos a Pan, Trabajo,
Techo e Igualdad, a servicios públicos universales y prestaciones sociales
suficientes. Un nuevo país en el que se haga realidad las reclamaciones
populares de democracia real y transparencia y no estar sometidos a los
dictados de la banca y el capital. La construcción de este proyecto no puede
hacerse respetando los marcos impuestos, económico (UE y el euro) y político
(Régimen del 78), porque el dominio de esos poderes económicos y la imposición
de ese marco político no permite dar satisfacción a las necesidades de la clase
trabajadora y el pueblo.
Tenemos que construir un nuevo país que dé respuesta a las necesidades
más inmediatas de las personas y realice los cambios políticos y
constitucionales necesarios para poder aplicar las medidas que necesitamos.
Debemos
ser capaces de impulsar la movilización que construya una alternativa real en
torno a medidas concretas, en torno a un programa. Proponemos lo siguiente:
Medidas
de urgencia social: trabajo, vivienda y derechos. Subsidio de
desempleo para todas las personas desempleadas. Establecimiento de un plan de
trabajo garantizado. Salario Mínimo
Interprofesional de 1.000€. Igualdad salarial de mujeres y hombres.
Equiparación de la pensión mínima al SMI. Plan extraordinario de empleo público para crear un millón de puestos de
trabajo en servicios públicos, infraestructuras y empleo ecológico. La vivienda como derecho, paralización
inmediata de todos los desahucios de primera vivienda. Plan de choque
contra la violencia machista, incluyendo medidas de actuación, prevención y
sensibilización. Garantía social de servicios
esenciales de electricidad, agua y gas y garantía de acceso a medicamentos. Transporte público gratuito para los desempleados y desempleadas.
Restablecimiento
de los derechos sociales y democráticos:
derogación inmediata de la reforma del artículo 135 de la Constitución y de sus
consecuencias. Derogación de la Ley Mordaza. Amnistía a todas las personas
condenadas y procesadas por motivos laborales y luchas sociales. Derogación de
las reformas del Código Penal de 2010, 2012 y 2015 y de la Ley de Enjuiciamiento.
Derogación de las reformas laborales. Derogación de la Ley de reforma Local.
Derogación de la ley de Extranjería. Derogación de LOMCE y de las tendentes a
mercantilizar la Enseñanza Superior (Plan Bolonia; Decreto 3+2). Derogación de
la Ley 15/97 y de todas las medidas de privatización de la Sanidad Pública.
Nuevo
modelo económico y social: planificación democrática de la economía para
garantizar que esté al servicio de la clase trabajadora y el pueblo. Cambio de
modelo productivo; modelo económico, social y productivo sostenible basado en
energías renovables. Establecimiento planificado de un sistema energético
sostenible bajo control democrático. Nacionalización de la banca y de los
sectores estratégicos de la economía. Auditoria de la deuda, reestructuración e
impago de la deuda ilegitima. Trabajo garantizado. Recuperación para el sector público
de las empresas privatizadas. Remunicipalización de los servicios privatizados.
Plan de reconstrucción industrial.
Reforma Agraria Integral. Trabajo con
derechos. Reducción de la jornada laboral a 35 horas semanales, sin reducción
salarial. Jubilación a los 65 años y plan progresivo para la jubilación a los
60. Sistema público de enseñanza. Sanidad y sistema de pensiones público.
Sistema fiscal basado fundamentalmente en impuestos directos progresivos.
Financiación suficiente de los Ayuntamientos y reparto equitativo entre las
tres administraciones públicas. Soberanía alimentaria. Red estatal de
distribución y comercialización del sector primario. Potenciación del
transporte público y de la movilidad sostenible. Fomento y priorización de la
economía social.
Ruptura
democrática frente a la reforma reaccionaria del régimen del 78: una nueva Constitución que blinde los derechos
sociales básicos (pan, trabajo, techo e igualdad) y políticos. República.
Democracia plena y participativa, laica, municipalista, transparente, íntegra y
con memoria. Igualdad efectiva y real entre mujeres y hombres. Igualdad y no
discriminación de ningún tipo hacia personas LGTBI. Derecho de
autodeterminación de los pueblos. Estado federal. Ley electoral democrática,
justa, proporcional. Lucha contra el sistema patriarcal: en la educación, en
las administraciones del estado y en los medios de comunicación. Reforma
democrática de la Justicia y de las Fuerzas de Seguridad. Separación
Iglesia-Estado, laicidad, religión fuera
de la escuela.
Soberanía,
paz y solidaridad: ruptura con la
Unión Europea y con el euro. Desde la soberanía nuevo espacio de integración de
los pueblos de Europa. No a los tratados comerciales neoliberales TTIP, TISA y
CETA. Solidaridad internacionalista y cooperación entre los pueblos como mejor
camino para trabajar por la paz. 0,7% del PIB para cooperación internacional.
Pleno reconocimiento del derecho de asilo. No a la guerra, renuncia
al uso de la guerra como método de resolución de conflictos. Salida de la OTAN
y bases y tropas extranjeras fuera de nuestro territorio.
Luchamos
por la soberanía popular, por una democracia política y económica plena, por la
igualdad de género, por la protección del medio ambiente, por la paz y la
solidaridad. Luchamos por un nuevo país.
Sobre
el espacio unitario: las Marchas de la Dignidad
-
Pasado
de las Marchas: experiencias, aciertos y errores (fortalezas y debilidades).
Las Marchas de la Dignidad ha servido como espacio de movilización
unitaria de la mayoría de las luchas sectoriales de carácter laboral y
socioeconómico desde el crepúsculo del ciclo de movilización 10-14, durante
concreto durante el ciclo electoral (Junio del 14 a junio del 16) que concluyó
con la elección de Rajoy como presidente del gobierno hace exactamente un año.
Las Marchas han servido como espacio de movilización, pero también, y
pensamos que es su principal labor, como espacio de articulación de luchas en
torno a un programa unitario.
Exceptuando la primera movilización en Madrid, que supuso un hito
organizativo y político, la mayor parte de las movilizaciones no han servido
para alterar la situación política ni para influir en la correlación de
fuerzas. Sí han contribuido a crear lazos de solidaridad entre luchas, generar
experiencia organizativa y de movilización de nuevos militantes y activistas en
tiempos de retroceso de las luchas, de reflujo, tras la derrota en el campo de
batalla político, social y electoral.
No significa esto que se haya acabado ni si vaya a acabar la movilización y la lucha, en
absoluto: van a seguir surgiendo conflictos laborales y luchas parciales,
estallidos, tensiones, fruto de las contradicciones del sistema, pero sin la
orientación general, la perspectiva del cambio general que alumbró el ciclo
anterior.
Hay que construir esa orientación general, que permita acumular
fuerzas para un objetivo superior a las batallas que vienen dando algunos
sectores de la clase trabajadora. El objetivo más allá de responder a la
coyuntura es generar esa coyuntura, intervenir en lo real, pero también
construir, inventar lo real.
- Situación
actual
En la situación actual las Marchas padecen una importante debilidad en
el conjunto del Estado, fruto, evidentemente de la debilidad de las
organizaciones que las conformamos.
Se va haciendo evidente que estamos en una fase de repliegue táctico
del conjunto del movimiento de unidad popular, en la que se hace necesario
pensar en el medio largo plazo y no malgastar recursos ni esfuerzos.
Las próximas movilizaciones de masas debemos construirlas con
paciencia, debemos prepararnos para las próximas crisis.
-
Futuro:
construcción del bloque político y social, construcción de la unidad popular
Dada la situación actual, planteamos algunas líneas de acción para
desarrollar la estrategia ante la posibilidad de apertura de proceso de reforma
constitucional por parte del bloque de poder con el objetivo de su
desbordamiento.
Promover espacios de encuentro y coordinación directa entre los
sectores laborales más combativos de cada ámbito, que vienen siendo en muchas
ocasiones los más precarios: eventuales de la industria, seguridad privada,
camareras de piso, repartidores, técnicos de telefonía, teleoperadorxs, recogida
de RSU y limpieza viaria, etc. O
sectores con mucho nivel de organización ante la ya evidente amenaza de la precariedad, como
la estiba. Existe el ejemplo de la Asamblea de Sevilla.
Desde esos espacios construir un programa con medidas que atiendan a
las necesidades más acuciantes de la mayoría de la clase trabajadora para
proyectar una movilización a la ofensiva. No planteamos renunciar ni mucho
menos al programa general ya expuesto, sino dotarnos de un programa de mínimos
que permita articular una gran movilización de clase a partir de aquel.
Igualmente promover espacios de encuentro, coordinación y movilización
del conjunto de luchas laborales y socioeconómicas para articular
movilizaciones generales, como la del 28F.
Dotarnos de redes de creación y difusión de materiales de agitación:
guerra asimétrica en la lucha ideológica.
En Andalucía, igual que en el Estado, existen distintos
espacios, mareas y plataformas unitarias, además de las Marchas, de luchas y
movilizaciones parciales o sectoriales. Zonas de encuentro de organizaciones y
activistas con dinámicas propias y separadas, que promueven movilizaciones, a
veces importantes, pero sin la necesaria fuerza para promover un proceso real
de cambio en nuestro país.
Simultáneamente con la coordinación de los sectores
laborales más combativos y de aquellos con más organización, hay que empezar a trabajar la imprescindible
articulación de los distintos espacios unitarios, en torno a un programa de
mínimos, que sustente la construcción del bloque político y social alternativo,
con la sinergia y la fuerza necesaria para que, desde la movilización, podamos
superar el sistema socioeconómico vigente y su régimen político y construyamos
un nuevo país al servicio de la mayoría social: la clase trabajadora y el pueblo.
Andalucía, 4 de noviembre de 2017
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